Pasada la euforia distractiva de la entrada del año 2000, los católicos nos enfrentamos, en el nuevo año que comenzamos, con los grandes obstáculos que se oponen a la instauración del Reino de Dios entre los hombres y a su salvación eterna.
Para militar bajo la
bandera de Cristo es absolutamente necesario estar bien
informado de la penetración social anticatólica, no vaya a ocurrir que
creyéndonos católicos, pensemos y actuemos según las consignas de los
enemigos de nuestra fe. Información exacta de los acontecimientos que deben
interesar a un corazón católico, apenas existe en los medios de comunicación.
Y, menos aún, el enfoque de esos mismos acontecimientos o noticias desde la luz
de la fe, la moral católica y las enseñanzas de la Iglesia. Es urgente para el
católico buena información del pensamiento, para no ser arrastrado por la
superposición anárquica y deformada de noticias.
AVE MARÍA quiere, bajo la dirección de la Virgen Santísima, instruir e informar sobre todo lo que fomenta nuestra fe católica, para que se alimente nuestra devoción y para alertar de los peligros contra ella. Quiere también dar el criterio mariano sobre todo, para que sus lectores se acerquen más y más a Jesucristo y le sirvan, militando en la Santa Iglesia.
Un caso detonante de
lo que apuntamos, nos lo acaba de dar la Declaración del Consejo pontificio de
la familia. Se sigue insistiendo mundialmente en la difusión de los métodos
anticonceptivos, de las esterilizaciones masivas, del temor al crecimiento de la
población. Pues bien, el Consejo Pontificio nos enseña que la tasa de
crecimiento de la población mundial disminuye desde hace treinta años. Esta situación es igual en todos los
continentes. En 51 países de los 185 que hay, ha comenzado a bajar el número
de habitantes. Esos 51 países suponen el 44 por ciento de la población del
planeta. En esa disminución de la población están todos los países de
Europa, de Norteamérica, China y Japón.
Sin embargo se sigue
aireando la gran mentira de la superpoblación y la exigencia de detener el
crecimiento en los países más pobres. Solamente los pueblos musulmanes
mantienen un crecimiento en las nuevas generaciones. La marcha de los creyentes
en Alá a las naciones llamadas occidentales supone ya varias decenas de
millones de musulmanes instalados y exigiendo igualdad de derechos de aquellos a
los que desprecian. ¿Durante cuánto tiempo serán aún minoría en nuestros países
que han legitimado el aborto y practican la “cultura de la muerte”? Ese será
el tremendo castigo que va a surgir desde el mismo interior de nuestras
sociedades podridas que no quieren hijos. Solamente una impresionante
evangelización de los mahometanos que viven y trabajan entre nosotros, podrá
salvar lo que queda de nuestra civilización cristiana, traicionada en el
pensamiento y en la conducta.