Junio de 2000

PARA SENTIR CON LA IGLESIA

por el P. Manuel Martínez, MCR

INFORME

EN ARABIA SAUDITA NO HAY LIBERTAD RELIGIOSA
PARA LOS CATÓLICOS

Población: 19.072.000
Religión: islam 98% (95 sunnita, 3% scita)
Católicos: 880.000
Vicariato apostólico: Arabia

El Corán y la Constitución, únicas fuentes de derecho, no permiten practicar, ni siquiera en privado, cultos diversos del islam. Está expresamente prohibido por el gobierno practicar pública o privadamente cualquier otra religión. La persona que ostente algún símbolo religioso corre el riesgo de enfrentarse con la muhtawwa'in, la policía religiosa. Serio riesgo incluso para los extranjeros, a menudo víctimas de violencia por parte de la policía y de fanáticos. Los trabajadores no musulmanes son castigados con la deportación o la prisión, si son sorprendidos en el ejercicio de cualquier práctica religiosa. En la interpretación teológica de la escuela dominante wahabita, el suelo de la península arábica es la patria del profeta Mahoma, el territorio más santo, donde no es posible ni siquiera el ejercicio de las religiones del Libro: el hebraísmo y el cristianismo.
En el reportaje de Lucía Avallone (Cuando el islam no es tolerante, en "Islam hoy", n. 10,15 mayo 1994) aparece claro como toda forma de culto no islámico sunnita está prohibida. Muchas personas han sido encarceladas únicamente por haber manifestado su fe religiosa. También la estructura legal del Estado islámico se basa directamente en el Corán. En los tribunales no existen jurados, todo depende de un magistrado o, en el caso de pena capital, de tres jueces. El proceso político se desarrolla en secreto y sin abogados defensores (véase el caso de la condena a muerte de 16 peregrinos de Kuwait acusados de atentado terrorista en la Meca, los cuales no tuvieron la posibilidad de defenderse y confesaron bajo torturas). Las penas más graves varían entre la flagelación, la amputación de un miembro, y la decapitación en público. La discriminación no viene sólo de las fuerzas políticas sino también del mundo de la cultura, y, fuera de sus propios textos, está prohibida la circulación de cualquier otro tipo de publicación.
La agencia de noticias "FIDES" informaba, el 10 de julio de 1998, que cuatro filipinos y un holandés fueron encarcelados por poseer y difundir biblias, mientras en Riad la policía continuaba registrando las habitaciones de filipinos cristianos en un clima de dura represión de la libertad religiosa. Uno de los filipinos fue soltado porque bajo tortura le fue arrancada la confesión de un delito no cometido, la homosexualidad. También fueron soltados e inmediatamente expulsados del país, según Amnistía Internacional, a finales de septiembre, doce cristianos detenidos en la cárcel de Riad acusados de estar en posesión de biblias y de haber predicado la fe cristiana.
Los trabajadores extranjeros son cerca de 6 millones, de los cuales casi el 10 por ciento son cristianos, cerca de 600 mil, de los que 400 mil son filipinos. No pueden ni celebrar la Navidad, mientras deben respetar el ramadán. Los filipinos corren más riesgo porque forman parte del Tercer Mundo, así como coreanos e hindúes. Desde 1992, según Reuter, se calculan 360 casos de cristianos expatriados, detenidos por haber tomado parte en actos de plegaria en casas particulares. A los religiosos cristianos, si son reconocidos, se les prohibe la entrada. En las principales festividades del calendario cristiano, Navidad y Pascua, la policía religiosa intensifica su actividad. Los cristianos occidentales sorprendidos, son detenidos y expulsados. Los del Tercer Mundo, son impelidos, con presiones y con torturas físicas y psíquicas, a hacerse musulmanes. Los cristianos que se niegan a abjurar de su credo, bajo el pretexto de que infringen la ley son condenados a muerte y ajusticiados.
Su actitud raya el absurdo: en 1979, cuando los musulmanes pidieron la intervención de un destacamento especial francés para la Kaaba, contra un grupo de integristas islámicos que contestaban al gobierno, los soldados del grupo de intervención de la Gendarmería nacional (GIGN) fueron obligados a soportar una rápida ceremonia de conversión al islam. Incluso a la Cruz Roja le vetaron, en el curso de la guerra, ostentar su bandera y el símbolo de la cruz. La Arabia Saudita se considera el país custodio de la pureza islámica. Por este motivo están prohibidos los símbolos de otras religiones, en particular la cristiana: cruces, biblias, rosarios. Ciudadanos extranjeros terminan en la cárcel acusados por la autoridad de hacer propaganda religiosa.
En el campo laboral ejercitan también una declarada presión con promesas de ascensos. La presencia religiosa cristiana es prácticamente nula. Los cuatro sacerdotes que dependen del Vicariato apostólico de Arabia, con sede en Abu Dhabi, pueden asistir únicamente al personal de la embajada. La represión de la fe católica viola los derechos humanos: numerosos fueron los ultrajes cometidos en el juicio de los ciudadanos filipinos. El caso más famoso es el de Donnie Lama, un católico encarcelado durante dieciocho meses, desde el 5 de octubre de 1995, y liberado el 29 de marzo de 1997 con una providencia de expulsión a Filipinas, gracias a la intervención de organizaciones internacionales, pero sólo después de haber recibido 70 latigazos. La acusación nacía de su participación clandestina, en 1984, en un oficio eucarístico. Otros, después de él, no fueron tan afortunados: Ruel Janda y Amel Beltrán, acusados de hurto como pretexto, fueron decapitados. En ocasión de esta tragedia, la organización para los derechos humanos "Solidaridad Cristiana" lanzó un llamamiento para que el gobierno de la Arabia Saudita cesara la persecución contra los cristianos y se comprometiera a respetar la libertad religiosa, pero no obtuvo respuesta.
Actualmente parece que son ocho los ciudadanos filipinos que están en la cárcel; otra lista habla de cuatrocientas personas y una última de treinta. La pena de muerte, prevista para la violencia sexual, no se aplica en los juicios de musulmanes que violan o maltratan a las mujeres filipinas. El gobierno de Manila ha lanzado un llamamiento para que los trabajadores que quieran emigrar en busca de trabajo, no se dirijan a Arabia, pero el gobierno filipino no parece tener suficiente autoridad para impedir los abusos a sus ciudadanos. Una serie de organismos ejercitan un control de sus contratos de trabajo en los países árabes, pero no es suficiente, porque muchos inmigrados terminan en la cárcel sin que estos organismos lleguen a enterarse. Una mujer filipina que acababa de dar a luz y cuyo marido se había escapado de la cárcel, fue arrestada en su domicilio sin poderse comunicar ni telefónicamente. La Iglesia filipina, en sus mensajes a los fieles católicos, afirma que los dólares provenientes del país más rico del mundo no valen ciertamente la pérdida de la identidad cultural y espiritual de un pueblo.
Los encarcelamientos y las expulsiones por "actividades blasfemas" continúan, así como las intimidaciones para cuantos permanecen en el territorio. "Christian Solidarity Worldwide" del 4 de noviembre de 1998 publicó que el 18 de octubre el cristiano filipino Pen Ronquillo fue encarcelado después de haber sido obligado a firmar tres documentos escritos en árabe que contenían la renuncia a posteriores reclamaciones de sus derechos laborales y un inventario de sus bienes personales. Trasladado al día siguiente a una celda de 10 metros por 15 con otros sesenta prisioneros, tuvo que dormir en el suelo y sin nada para cubrirse. El día 20 fue conducido al aeropuerto y embarcado para Manila. Según el "World Evangelical Fellowship Reliious Liberty Prayer List", al menos otros seis filipinos tuvieron que sufrir similares deportaciones, y otros siete esperan la misma suerte en breve tiempo. Se trata de medidas de presión contra trabajadores cuyo contrato laboral no ha llegado al término establecido, acusados de "crear problemas".


Secretariado italiano de Ayuda a la Iglesia Necesitada - 9 de marzo de 1999

 


Revista 654