LA VIRGEN DEL CORO,
ABADESA DEL CÍSTER EN BARCELONA
La orden monástica contemplativa del Císter, que tanto influjo ha tenido en la historia de la Iglesia y en la cultura de muchas naciones, celebró, en 1998, el noveno centenario de su fundación. En efecto, el año 1098, en la región de Borgoña, cerca de la ciudad de Dijón, se fundaba el monasterio de Citeaux, como reforma de la orden benedictina. Sus fundadores fueron tres monjes santos –que el escritor norteamericano P. Raymond popularizó con el nombre de los "Tres monjes rebeldes"–: san Roberto de Solesmes, san Alberico y san Esteban Harding. Este último recibió en Citeaux a san Bernardo de Clairveaux, como novicio. El Doctor Melífluo, que así se conoce a Bernardo, devoto apasionado de la Santísima Humanidad de Cristo y de la Virgen María, ha dado tanta gloria a la orden que, en muchos lugares, se conoce a los "monjes blancos", los cistercienses, como Bernandos.
En Barcelona hay una comunidad de monjas cistercienses, el monasterio de Santa María de Valldonzella, que guarda como joya preciosísima el cuadro de la Virgen del Coro. Aunque esta comunidad, a consecuencia de las guerras y revoluciones que ha sufrido Barcelona a lo largo de la historia, se ha tenido que trasladar a diversos lugares y sus monasterios han sido pasto de las llamas varias veces, esa Virgen se ha conservado hasta la actualidad.
La fundación de Santa María de Valldonzella data del 1237. En 1269, con motivo del traslado de la naciente comunidad al edificio de nueva planta del convento, la abadesa y todas las monjas, arrodilladas delante del cuadro de la Mare de Déu del Cor despositaron sobre su altar, en una bandeja de plata, las llaves del nuevo edificio y la nombraron Abadesa perpetua. La comunidad actual de Valldonzella (c/Císter, 41 – 08022 Barcelona) está formada por catorce monjas. Todas son ya muy mayores (sólo cuatro de ellas no alcanzan los 80 años). Tienen una hospedería con seis habitaciones, donde acogen a todos los que quieran pasar unos días en silencio y paz.
Que la Virgen María, Patrona de la Orden del Císter, siga cobijando bajo su manto a los monjes y monjas cistercienses, y que la Virgen lleve vocaciones jóvenes al monasterio de Valldonzella.