NUESTRA SEÑORA DE LA DIVINA PROVIDENCIA
La devoción a María Madre de la Divina Providencia va unida a la historia del establecimiento de los Barnabitas en Roma. En 1611 se vieron obligados a interrumpir las obras de una iglesia por graves dificultades económicas. El P. Blas Palma resolvió entonces peregrinar a Loreto para implorar la ayuda de la Virgen. El milagro se produjo. El P. Palma redactó una crónica de esta intervención de María y recomendó a todos recurrir con la mayor confianza a la Virgen de la Providencia.
En 1659, los Barnavitas fueron forzados a abandonar una de sus dos casas en Roma. Con gran cuidado transportaron una imagen milagrosa de la Virgen. Cuando en 1663 iba a ser colocada en un nuevo altar, la imagen cayó y se rompió en mil pedazos. Para indemnizar a los Barnabitas el arquitecto encargado de las obras les ofreció un magnífico cuadro de la Virgen con el Niño Jesús en sus brazos. Era una pintura del célebre Scipion Pulzone, llamado el Gaetano.
En 1732, el P. Mafetti, barnabita en Roma, ofreció a la veneración pública una copia exacta del cuadro con el título: Mater Divinae Providentiae. Ello levantó una explosión de entusiasmo en Roma y pronto afluyeron peregrinaciones. Las gracias y favores de todo género obtenidas sin interrupción desde entonces demuestran cómo complace a la Virgen ser invocada bajo un título que tan bien corresponde a los deseos de su Corazón maternal.
Los Papas Benedicto XIV, Gregorio XVI, Pío VII, Pío IX y León XIII acudieron a esta imagen en diversas ocasiones. Pío IX le ofreció la preciosa casulla que había llevado el día de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, en 1854. León XIII otorgó Oficio y Misa propios de la Madre de la Divina Providencia.
A mediados del siglo XIX, la sierva de Dios sor Teresa Arguyo Fontseca, al fundar la orden de las Religiosas Franciscanas Clarisas, quiso que se llamaran de la Divina Providencia y que se venerara en sus iglesias abiertas al culto la imagen de la Madre de la Divina Providencia, cuya fiesta se celebra el 4 de mayo.
La sugestiva imagen que ilustra hoy nuestra portada es la que se venera en el monasterio de las religiosas Clarisas de la Divina Providencia de Olot, suscriptoras de AVE MARÍA. El Niño duerme con plena confianza y abandono en el regazo de su Madre, que vigila su sueño con ternura. Así debemos los cristianos poner nuestra confianza total en las manos de Dios, y en María, "nuestra Madre en el orden sobrenatural" por disposición de la divina Providencia.