por el P. José Mª Alba Cereceda s.j
Queridos lectores:
No puedo negar que me ha conmovido la generosa respuesta de bastantes
de ustedes, que espontáneamente y, por así decir, a vuelta
de correo han comenzado a crear el fondo misionero Obispo Guerra Campos,
de la Sociedad Misionera de Cristo Rey. Una carta y una limosna en especial
me han emocionado. Dice así: “Había, padre, reunido cuarenta
mil pesetas para ir el próximo mes a Menorca, donde tengo una hija
casada. Pero he cambiado de intención al leer la llamada misionera.
Le he escrito que con estos calores no me atrevo a viajar, porque, además,
soy ya mayor y se nos presentará otra ocasión más
propicia a lo largo del año. Le mando esas 40.000 pesetas para formar
la primera beca misionera. Me alegro de renunciar a algo para convertirme
en misionera de retaguardia, como día la doctora Fuentes...”
Con corazones así la ayuda a la misión americana que
se ha propuesto AVE MARÍA va a dar mucha gloria a Dios. No os he
pedido el heroísmo de esta buena lectora anónima, pero sí
es verdad que si cada uno de los suscriptores contribuye este año
antes del mes de octubre con 5.000 pesetas o poco más, pronto tendremos
la mitad de las veinticinco becas misioneras que nos hemos propuesto cubrir
con las limosnas de AVE MARÍA. En enero, si Dios quiere, partirán
los dos primeros misioneros. Los que aquí se formen y los que han
de formarse allí al recoger las nuevas vocaciones que esperan, fruto
de vuestros sacrificios, serán nuestra gloria y la corona que ofreceremos
alegremente a nuestra Reina y Señora.
La primera beca bajo el patrocinio de San José se está
aproximando ya a la mitad. El Señor devuelve abundantemente con
sus gracias cuanto hacemos por su gloria. En Él tenemos puesta nuestra
confianza