Marzo 2000

DESDE JERUSALÉN

por Rafael María Stern

MIRANDO HACIA ADELANTE

Hoy, queridos amigos, os quiero transmitir noticias varias para que os forméis idea de nuestro apostolado en Tierra Santa.
Me alegra sobremanera que vayan naciendo en España grupos de amistad cristiano-judía, y de que, poco a poco, se vayan venciendo prejuicios, lo cual es muy importante.. Con mucha prudencia y con toda caridad hay que hacer esfuerzos para que los judíos se aproximen a la fe católica.
Un caso. Hace doce años sabía que el gran profesor David Flusser estaba para convertirse al catolicismo. Esto para nosotros hubiera supuesto un gran triunfo. Hubiéramos podido salir como de las catacumbas y vivir abiertamente nuestro catolicismo. Sin embargo, una ofensa antijudía de un monseñor apartó de la conversión al doctor Flusser de fama mundial.
Otro caso. Una declaración antijudía de otro monseñor hizo retroceder hacia el judaísmo al famoso cantante Bob Dylan que ya estaba en nuestro campo. Hoy por hoy no es fácil convertirse al catolicismo en Israel. El ambiente está lleno de prejuicios y hay que proceder con mucha circunspección.
En estas fechas ha saltado a la prensa internacional el caso de la mezquita de Nazaret. Es un balón inflado por las agencias mundiales de noticias para hacer daño a la Iglesia. Desde hace más de dos años sabíamos que para el Jubileo del año 2000 los musulmanes organizarían dificultades. Solamente un pequeño grupo islámico que dijo haber descubierto frente a la basílica católica el sepulcro de un santón de la familia de Saladino -que fue quien expulsó a los Cruzados- acometió a los católicos. Nadie debía intervenir, ni el gobierno de Israel ni el de la Iglesia. Al ir las cosas a mayores, las autoridades de la Iglesia mandaron cerrar los santuarios de Tierra Santa. ¡Qué dolor! Yo mismo vi a miles de peregrinos que no pudieron entrar en el Santo Sepulcro. La Iglesia sale perdiendo con estas cosas. Aquí hace dos meses que todo está lleno y no queda ni una sola habitación libre en Jerusalén. Pues bien, resulta que con el dinero de los petrodólares se ha organizado todo este conflicto alrededor de una mezquita inexistente para hacer daño a la visita del Papa y hacer daño a los católicos de Tierra Santa, que ya tenemos muchas cruces sobre nosotros.
Nosotros no trabajamos hoy con palestinos que necesitan sus propios apóstoles y su evangelización particular. Nuestro apostolado se centra en los judíos. Y soy feliz al comprobar que, en un tiempo relativamente corto, hemos logrado cambiar el aire mental de muchos círculos judíos de Israel. Hasta ahora hemos repartido de una forma personal, directa, 52.000 ejemplares del Nuevo Testamento, gracias, en gran medida, a ayudas desde España de personas que aman nuestro apostolado. Las universidades, las escuelas, hospitales, centros intelectuales, tienen el Nuevo Testamento, lo leen y lo estudian. Este libro desconocido entre los judíos, les causa sensación, porque la mayoría de los lectores lo consideran un libro escrito por judíos para judíos.
La última vez que estuve ingresado en el hospital me visitó un conocido intelectual y, entre otros temas, me dijo: "La historia nunca perdonará a la Iglesia católica que durante dos mil años no se dirigió a los judíos con los brazos abiertos". Uno puede polemizar, pero no, mi respuesta está en comentar entre los de mi raza el Nuevo Testamento y el testimonio cristiano de la propia vida. Lo demás vendrá después. Venciendo todas las dificultades, hoy por hoy la Iglesia católica está en marcha en Israel. Está en marcha paralelamente al fundamentalismo rabínico. Hemos de aguantar en esta confrontación.
En nuestros días, en lo que se refiere a la religión, el pueblo judío atraviesa una revolución peligrosa que no se había conocido desde que existe. Hoy no es posible vivir según las leyes del Sinaí de hace 5.000 años de una forma literal y estricta. El pueblo judío es culto, adelantado en todo, con innumerables científicos, y no puede aceptar a la fuerza la plenitud de las leyes del Sinaí dadas en muchas cosas para circunstancias concretas. Pero los ortodoxos fanáticos los sábados paralizan rigurosamente toda una nación para cumplir, según ellos, los mandamientos del Sinaí. Esto es imposible.
En Israel hay un dicho: "Jerusalén reza, Haifa trabaja, Tel-Aviv se divierte". Esto es verdad. Últimamente, en viernes por la noche, que es ya sábado, abrieron uno tras otro los pubs que están llenos de juventud, y los "ultra" se manifestaron en contra. La respuesta fue que en el centro de Jerusalén se abrió un mini market, y el pueblo laico fue adrede de compras. La policía tuvo que defender a los infractores. Para los ultras los laicos no son judíos. Hoy existen "ellos" y "nosotros". Somos dos pueblos. Esto es una violenta realidad. Ellos no comprenden jamás que la agricultura, las mejores universidades que existen, la industria que emergió en un país desértico, sin minas, sin materias primas, han surgido de manos de científicos de rango extraordinario, que han conseguido ese enorme triunfo. Pero todo esto no es posible dirigirlo con las leyes que ellos dicen del monte Sinaí. Aunque nosotros los católicos judíos seamos los más respetuosos con la tradición de 5.000 años y queramos vivir según los mandamientos de la santa Ley de Dios promulgada en el Sinaí, hemos de vivir en el mundo de hoy al amparo de la Ley de Dios y de la santa Biblia mirando hacia adelante para conquistar el mundo para Jesucristo, y no mirando hacia atrás. ¡Qué lucha y qué sufrimientos debemos pasar los católicos si queremos que el mundo entero entre en la Iglesia católica!


Revista 651